La autorregulación organísmica. Concepto olvidado en la práctica de la Terapia Gestalt

La autorregulación organísmica. Concepto olvidado en la práctica de la Terapia Gestalt

Como gestaltista, me causa extrañeza escuchar a otros colegas especialistas en la misma corriente terapéutica hablar tanto sobre resiliencia y tan poco sobre autorregulación. Y es que, sin importar cuál sea nuestra necesidad o nuestro deseo, es decir, aquella figura que nos mueve, y prácticamente nos obliga a ir hacia el entorno y hacer contacto, el proceso de autorregulación organísmica (como lo llamaron los primeros gestaltistas) es prácticamente el mismo en todos nosotros los organismos, ya que nuestro objetivo final es satisfacer nuestras necesidades y nuestros deseos.

Zinker y otros autores describieron el ciclo de la experiencia de la siguiente manera:

a.- Primero, surge la sensación, la parte cruda de la experiencia (por ejemplo, la sed);

b.- Después, se forma la figura, la cual reúne la experiencia en un todo significativo capaz de organizar y de dirigir la conducta;

c.- A continuación, se da la movilización, que es el surgimiento de energía y/o de interés por cerrar la figura;

d.- Posteriormente, nos ponemos en acción, lo que nos lleva al movimiento o a la acción de contactar; en otras palabras, hacemos contacto con el entorno para satisfacer nuestra necesidad y cerrar la figura;

e.- Por último, retrocedemos, la figura pasa de nuevo al fondo, se cierra y/o se disuelve.

Desde luego, estas fases no son en la vida tan definidas como lo son en la teoría, pero, probablemente, sirve de algo mencionarlas para darnos cuenta de lo que interviene en un adecuado proceso de regulación.

Lo disfuncional surge cuando interrumpimos el ciclo una y otra vez, y, en consecuencia, nos volvemos incapaces de satisfacer nuestras necesidades. Esta constante falta de cierre o de conclusión de nuestras figuras se manifiesta como malestar y también como enfermedad y, sinceramente, a la mayoría de los seres humanos nos ha pasado, nos pasa o nos va a pasar, simplemente, porque es parte del proceso humano de la experiencia.

Sin embargo, los seres humanos, al igual que otros organismos naturales, somos perfectamente capaces de regularnos a nosotros mismos. Esto debido a nuestra tendencia natural hacia la adaptación (hacia la supervivencia) y, por lo tanto, a la restitución del equilibrio ya sea del propio organismo o del campo más amplio al que en Terapia Gestalt llamamos campo organismo/entorno.

Lo anterior, desde luego, en estrecha relación con nuestras propias circunstancias tanto internas, como externas. Así, nos queda claro que el objetivo de la autorregulación es que podamos alcanzar el equilibrio que nos corresponde según nuestras propias características y habilidades, y, además, que seamos capaces de funcionar en relación con los otros y con nuestro entorno.

Parte de la formación como terapeuta Gestalt consiste en tener en cuenta que la persona que llega a ti en busca de apoyo y acompañamiento ya tiene dentro de sí misma las habilidades y los mecanismos necesarios para un funcionamiento sano (sea lo que sea que esto signifique para él o ella). Por lo tanto, es nuestra labor ayudarla, sin interpretaciones ni prejuicios, a que recupere del fondo dichas habilidades y mecanismos, y que los actualice, si es necesario, de acuerdo con sus propias necesidades y/o deseos.

Ahora bien, me parece importante que tengamos en cuenta una parte indiscutible de la naturaleza humana y del funcionamiento sano: la decisión de interrumpir una figura.

Dicha decisión forma parte de la capacidad de adaptación, puesto que la evitación de contacto también está al servicio de preservar al organismo y de protegerlo. Los seres humanos tendemos a protegernos del peligro no sólo real, sino también imaginario, e incluso nos protegemos de la concepción que tenemos de nosotros mismos, ya que queremos mantener nuestro autoconcepto, aún a pesar de que hacerlo nos provoque dolor o insatisfacción. Es así como comenzamos a desarrollar creencias obsoletas y normas rígidas que entorpecen y hacen más difícil nuestro diario vivir.

El proceso de autorregulación sucede solo y de forma espontánea, y su interrupción es únicamente una ficción que creamos cuando desconfiamos del proceso mismo.

Perls, Hefferline y Goodman y la autorregulación organísmica

En su libro sobre los fundamentos de la Terapia Gestalt, estos autores aseguraron que cuando se toma en cuenta el funcionamiento del cuerpo, nos percatamos de que, en realidad, no hay necesidad de inhibir o de ignorar las señales corporales como el apetito o la sexualidad. Tampoco requerimos de animarlas o de programarlas de manera intencional, puesto que, si se les permite, estas señales son capaces de regularse prácticamente por sí mismas.

Estos mismos autores también se observaron que la autorregulación del organismo humano se ve afectada por la relación con su etorno.

Para la Terapia Gestalt el entorno o los campos relacionales son: la familia, la sociedad, la cultura e incluso la moral y la religión. Por tanto, la necesidad más relevante, que es la que, en una autorregulación sana se volvería figura y organizaría el comportamiento de la persona hacia su satisfacción, cede el paso a otras figuras menos dominantes, pero que, a la larga, se vuelven crónicas, ya que interfieren constantemente en el proceso de regulación. Estas figuras menos relevantes pudieran ser, por ejemplo: las creencias, los prejuicios, los asuntos inconclusos, etc.

El pasado y todas las formas fijas persisten porque funcionan en el presente tanto a nivel individual, como colectivo. Es hasta que ya no son de utilidad que el organismo se deshace de estas formas fijas provenientes del pasado mediante la autorregulación y el proceso terapéutico.

La autorregulación organísmica es, entonces, el proceso a través del cual surge una necesidad dominante, ésta viene al primer plano de nuestra consciencia y es percibida por el organismo; incluso la represión, la repetición, la distorsión y el aislamiento pueden considerarse parte de dicha autorregulación, ya que le permiten al organismo orientarse y manipular su entorno.

Así, la autorregulación es la manera en la que aceptamos funcionalmente la novedad, realizamos los ajustes creativos necesarios e integramos la experiencia.

Cuando nos acostumbrarnos a vivir de manera inhibida, nos habituamos a mantener nuestra propia excitación sin atender, también nos estamos conformando con vivir una vida menos energizada y menos libre; en otras palabras, menos viva.

Personalmente, no sé si estoy completamente de acuerdo con lo que proponen los iniciadores de la Terapia Gestalt acerca de que la autorregulación organísmica debería ser suficiente para que los seres humanos midamos los ritmos de nuestros apetitos (necesidades y deseos) y su respectiva descarga de energía. Esto debido a que, me parece, hemos perdido la práctica de entrar en contacto con nuestro propio cuerpo.

Sin embargo, tanto como ser humano en general, como como terapeuta en particular, sí creo en la capacidad de autorregulación del organismo, en su flexibilidad y en su capacidad de adaptarse, prácticamente, a cualquier contexto, entorno y/o circunstancia; aún cuando a los ojos de los demás este proceso de adaptación no parezca ni funcional ni adecuado.

Conclusión:

Definimos resiliencia no sólo como la habilidad de adaptación de un ser humano ante el trauma o situaciones adversas, sino como una capacidad de adaptación aceptable y con resultados positivos no sólo para la persona, sino para el entorno; es decir, la familia, la sociedad, etc.

Por su parte, la autorregulación organísmica consiste en esa misma capacidad de adaptación, pero sin esa connotación; en otras palabras, sin ese juicio de valor de lo que es sano y aceptable, funcional y adecuado.

 

Bibliografía

Crocker, S. F. y Philippson, P. (2007). Fenomenología, existencialismo y pensamiento oriental en la terapia gestalt. En A. L. Woldt (Ed.),Terapia Gestalt: historia, teoría y práctica (pp. 61-76). Manual Moderno.

Kepner, J. (1992). Proceso corporal. Un enfoque Gestalt para el trabajo corporal en psicoterapia. Manual Moderno.

Perls, F., Hefferline, R. y Goodman, P. (2002). Terapia Gestalt: Excitación y crecimiento de la personalidad humana. Los Libros del CTP.

Mariana Pino

Artículo por Mariana Pino

Publicado 21 Feb 2023