El Cuerpo Habla Lo Que El Corazón Calla
Comprender las distintas formas en las que el dolor físico puede estar expresando un padecimiento emocional, así como comprender como repercute en cada persona es la base para poder intervenir terapéuticamente y solucionar este tormento mental y corporal para un restablecimiento de la psique y de la sanidad del cuerpo.
La somatización como tal no es un diagnóstico psiquiátrico, sino un denominador común de una serie de procesos patológicos agrupados según el Manual de trastornos mentales DSM-V.
La somatización se refiere a un trastorno con la presencia de síntomas corporales que sugieren un dolor físico sin causa orgánica demostrable o por un mecanismo fisiológico conocido que lo explique, además de que dichos síntomas están asociados a factores psicológicos o estrés crónico.
La somatización en uno de los problemas más comunes que enfrenta un médico en su práctica cotidiana. Los síntomas, generalmente no presentan una causa orgánica determinada. Es decir, al realizar estudios clínicos los resultados no empatan con los síntomas del paciente habiendo una discrepancia con la sintomatología física. La OMS (Organización Mundial de la Salud), reporta que el 90% de las enfermedades tienen una causa psicosomática.
El término psicosomático proviene del griego psique y soma, donde psique está en función de los procesos mentales (mente) y soma como la parte física y vitalidad (cuerpo). La influencia de la mente sobre el funcionamiento del cuerpo y los sistemas que lo integran.
Uno de los grandes desafíos de los terapeutas para lograr una regulación organísmica y una homeostasis entre el cuerpo u la mente es comprender: aquellos factores que están afectando a la mente para poder expresar las emociones de una manera más equilibrada y asertiva. Desde el modelo gestáltico, se habla sobre la importancia de realizar ajustes creativos más espontáneos.
Es necesario apuntar que la somatización es un síntoma y no un diagnóstico en sí mismo. Se reconoce como un mecanismo de defensa inconsciente a través del cual una persona, sin proponérselo, convierte el malestar emocional en síntoma físico desviando así, la atención del conflicto psicológico, que le genera ansiedad.
¿Las enfermedades se heredan?
Genéticamente compartimos una gran cantidad de información de los padres, sin embargo, la herencia emocional parece ser uno de los factores que pueden relacionarse con lealtades al sistema familiar, de tal manera que, al tomar conciencia de ello o “darse cuenta” de este dolor transgeneracional, es probable modificar la manifestación de las dolencias físicas que aquejan a las personas.
Por otra parte, es innegable, que existen padecimientos y enfermedades que pueden heredarse genéticamente debido a la información transmitida en el ADN que nos constituye, y que es probable, que puedan dar origen a un padecimiento físico.
El Dr. Bruce Lipton, biólogo celular estadounidense reconocido por su estudio en genes y ADN nos dice: “El ADN no controla nuestra biología, sino que el ADN está controlado por las señales procedentes del medio externo “(2009). Lo que significa que las células cuentan con una inteligencia innata.
Por tanto, la relación organismo-entorno es importante puesto que el medio ambiente y los pensamientos influyen de manera constantemente en nuestras células. En este sentido, puede decirse, que el entorno define, en gran medida, el rumbo de la célula.
Factores Biopsicosociales
Los factores biopsicosociales influyen en los aprendizajes e introyectos de las personas en cuánto al manejo de la enfermedad o sintomatología. Por ejemplo, en una familia, la dinámica se organiza en torno a un enfermo para negar otros problemas que pudieran estar asociados a emociones importantes.
En este sentido, un niño aprende que, a veces, la única manera de obtener la respuesta que necesita es mediante una “conducta de enfermedad”. Por tanto, de adulto, ante las dificultades de la vida diaria, la enfermedad puede ser una forma inconsciente de refugio que aprendió a utilizar como ajuste creativo cuando era pequeño.
Desde una perspectiva evolutiva, las experiencias infantiles tienen una especial están directamente relacionadas en la formación del carácter del “somatizador”.
La Gestalt sostiene como los aprendizajes desde pequeños en los campos relacionales, principalmente, los familiares o grupo primario, permean e impactan de manera directa en el manejo de las emociones, los estilos de contacto y la manera de relacionarse con el entorno, y por ende, la experiencia de somatizar es uno de sus aprendizajes y ajustes creativos.
El cuerpo y el cerebro como reservorio emocional
En todo momento estamos percibiendo, traduciendo, sintiendo e interpretando nuestro entorno a través de los sentidos y el reservorio emocional es nuestro cuerpo.
Esta interpretación se lleva a cabo principalmente en el plano emocional en nuestro sistema límbico que está constituido como un grupo de estructuras del cerebro que se encuentran alrededor del tálamo debajo de la corteza cerebral en donde se procesa una gran cantidad de información, como son:
1.- las emociones,
2.- el comportamiento,
3.-la memoria,
4.- la atención,
5.- los instintos sexuales,
6.- la personalidad
7.- la conducta.
La amígdala que es una pequeña estructura subcortical del cerebro que está relacionada con las emociones. Las emociones no son ni positivas ni negativas: son. La meta es buscar el aprendizaje para gestionarlas y que su expresión más regulada sin reprimirlas, para así, poder despresurizar lo que se está viviendo y sintiendo en su momento adecuado.
La terapia Gestalt y somatización
La terapia Gestalt es un modelo que ayuda al paciente a poder auto observarse e ir explorando estas emociones reprimidas que se encuentran en el fondo de la figura y que lleva al Self y promueve el contacto de la necesidad de la persona, en el ahora. o lleva al sí mismo y al contacto con la necesidad del paciente.
La terapia Gestalt, trabaja sobre el ciclo de la experiencia mediante el contacto con las sensaciones y emociones para apoyar a los pacientes a “darse cuenta” de cómo su organismo está respondiendo y entrar, a contactar con lo negado o reprimido. Tomando en cuenta, algunos aspectos, como:
Siento
Proceso
Gestiono
A través de la intervención terapéutica se lleva al paciente a tomar conciencia sobre las sensaciones de su cuerpo, enfatizar en su sintomatología, su somatización y que logre integrar a las experiencias del Self formas de contactar y ajustes creativos más espontáneos. La conciencia corporal es un elemento integrador en el modelo gestáltico.
Para el paciente que somatiza es importante saber en qué momento, cómo y para qué se desconectó de las sensaciones. Cobrar conciencia de sus situaciones inconclusas, duelos no resueltos, emociones contenidas, palabras no dichas, miedos o experiencias traumáticas.
Aun cuando el dolor no esté atribuido a una causa, no quiere decir, que no sea real. El terapeuta requiere validar en todo momento la experiencia del paciente y su sintomatología, este punto es clave, para un tratamiento exitoso de la somatización.
Manifestación de la Somatización
A.- Cuadro síntomas dolorosos (cefalea, dolor de extremidades y articulaciones, dolor torácico, dismenorrea, dolor de espalda, bruxismo, artritis, fibromialgia, cáncer).
B.- Cuadro síntomas gastrointestinales (náusea, distensión abdominal, vómitos fuera del embarazo, diarrea o intolerancia a la comida, acidez, gastritis, colitis).
C.-Cuadro síntoma sexual (síntomas menstruales, disfunción eréctil, falta de libido, miomas).
D.- Cuadro síntoma pseudo-neurológico diferente del dolor (sordera, parálisis, afonía, debilidad, ceguera, globus faríngeo, nódulos).
E.- Cuadro síntoma respiratorios (asma, bronquitis, alergias, rinitis, tos o la hiperventilación).
F.- Cuadro síntoma cutáneos (acné, psoriasis, urticaria, dermatitis, alopecia, vitíligo).
Trauma y la somatización
El trauma es un acontecimiento que puede por su propia naturaleza, desatar diversas formas de somatización. En el trauma la persona vive una situación que sobrepasa su capacidad para integrar el evento emocional intenso y mantenerse en el presente. Un mecanismo de sobrevivencia y por tanto, una situación traumática deja una huella profunda, la cual se va a manifestar como un dolor en el cuerpo: el cuerpo habla lo que el corazón calla.
Clasificación del trauma
Trauma agudo: Resulta de un solo evento estresante o peligroso.
Trauma crónico: Resulta de la exposición repetida y prologada a eventos altamente estresantes.
Trauma complejo: Resulta de la exposición a múltiples eventos traumáticos.
Toda experiencia traumática requiere ser resignificada. Trabajar la parte emocional y comprender las somatizaciones es fundamental, el cuerpo en todo momento lleva la cuenta de estas memorias de experiencia y de una profunda perturbación emocional y que utiliza el cuerpo para enviar la señal de dolor para ser atendido.
Aprender a conectar con nuestro cuerpo es pieza clave para poder regresar al equilibrio mental y gestionar de manera adecuada las diferentes experiencias de la vida que han dejado huella. La somatización es el mejor ajuste creativo o adaptabilidad que una persona puede dar de acuerdo a sus circunstancias.
La somatización, es un fenómeno donde las emociones reprimidas se manifiestan a través de síntomas físicos sin causa médica aparente, es una clara señal de que el cuerpo expresa lo que la mente no puede. En este contexto, la terapia Gestalt ofrece una vía efectiva para abordar este desajuste entre cuerpo y mente. A través de un enfoque que integra el "dar cuenta", la terapia ayuda a los pacientes a reconocer sus emociones no resueltas, situaciones inconclusas y traumas, promoviendo una mayor conciencia corporal y emocional. Al integrar las sensaciones físicas con el proceso emocional, los pacientes logran un equilibrio y logran una mejor autorregulación organísmica en sus vidas.
Bibliografía
Lipton, H.B. (2012). La Biología de la creencia. Edit Océano de México.
Onnis, L. (1996). Terapia familiar de los trastornos psicosomáticos. Edit Paidós.
Van der Kolk, BA. (2014). El cuerpo lleva la cuenta: cerebro, mente y cuerpo en la curación del trauma. Edit. Viking.